Esta semana ha estado en nuestro país el chef peruano Gastón Acurio, primero en San Sebastián y luego en Barcelona, donde hemos tenido la ocasión de entrevistarle. Sin duda, Gastón es uno de los más grandes cocineros de nuestro tiempo, no solo por el vasto imperio que tiene distribuido por todo el mundo (más de 40 restaurantes y 3.000 empleados), sino también por su imprescindible papel a la hora de definir la cocina peruana y convertirla de paso en una de las más prestigiosas gastronomías a nivel internacional. ¿Quién iba a pensar hace unos años que el propio Alain Ducasse acabaría rindiendo tributo al ceviche en París?

Pero la labor de Gastón no acaba allí. Él, junto a otros grandes pioneros de la cocina mundial, suscribió la Declaración de Lima. Carta a los cocineros del mañana hace cinco años resaltando la necesidad de que el cocinero se implicara de forma activa y valiente con toda clase de compromisos sociales y humanos que ayudaran a hacer de este mundo un lugar mejor. Pocos entendieron entonces el contenido de la carta, resaltando que el cocinero debía centrarse en hacer aquello para lo que había aprendido.

El tiempo les ha dado la razón, y el chef peruano se muestra especialmente orgulloso de haber acudido en San Sebastián a la presentación del Basque Culinary World Prize, que premiará a los chefs cuyo trabajo ayude a construir un mundo mejor.

Parece claro que el mundo de la cocina está dando pasos para construir propuestas gastronómicas que van más allá, pivotando en torno a tres objetivos: alimentar el cuerpo, mejorar el mundo, enriquecer el alma. Dejando de lado el marketing, a Gastón le importan más que nunca conceptos como el desarrollo sostenible, el bienestar, el medio ambiente, el compromiso social. Conceptos que las nuevas generaciones de cocineros ya llevan en su ADN y que les permitirá, sin duda, estrechar el vínculo entre cocina y comensal.

No podíamos sino concluir destacando una de las geniales reflexiones lanzadas por Gastón Acurio durante la ponencia que realizó en la sede de RBA en Barcelona. “El futuro exige que el cocinero sea humanista. Un cocinero puede hacer política desde la cocina, preocupándose por lo social y ayudando en la construcción de un mundo mejor”. Y razón no le falta.