Existe una proclama que hoy se escucha a menudo y con la que, sobre el papel, la gran mayoría de la sociedad estaría de acuerdo: “el talento no tiene (o no entiende) de géneros”. Debería dar lo mismo que un gran restaurante estuviera liderado por una mujer o por un hombre, poniéndose solo en valor la calidad de la experiencia culinaria. Por desgracia, aún hoy esto no siempre es así, y son muchas las ocasiones en las que uno descubre una cierta resistencia (involuntaria o no, eso da lo mismo) cuando se trata de encumbrar el talento femenino a través de reconocimientos y presencia en congresos.

Queda, por tanto, un camino que recorrer para alcanzar esa normalidad que a todos beneficia. Y hablamos de normalidad, que no de cuotas, porque aspectos como la profesionalidad, la personalidad y el talento deben ser innegociables. Con esta premisa siempre en mente, y con la intención de visibilizar y contribuir a esa normalidad, desde Saber y Sabor siempre hemos procurado estar especialmente atentos a ese talento femenino que va surgiendo.

Esta edición es especialmente un reflejo de esa inquietud, ya que entre sus páginas nos encontramos con profesionales que ya son una institución, como Elena Arzak y Anne Sophie Pic; con cocineras que abanderan proyectos en clara progresión internacional, como Begoña Rodrigo y Pichaya “Pam” Soontornyanakij (mejor cocinera de Asia en 2024); con emprendedoras de gran talento y personalidad, como Camila Ferraro, Sara Valls y Lucía Grávalos; y con brillantes impulsoras de nuevos caminos en pastelería y coctelería, como Carito Lourenço, Carmen Rueda y Esther Merino.

Una selección, en fin, que no se ha hecho atendiendo al género sino a la indudable aportación culinaria de cada una de ellas. Porque junto a ellas hemos podido aprender sobre la riqueza de los legados, las secuencias dulces, el potencial de los vegetales, la elaboración de vinagres, las plantas medicinales chinas, la importancia del territorio, el potencial de los insectos, la sostenibilidad y el diseño de unos petit fours para culminar el mejor menú. Ahí es nada.