Elegancia, minimalismo, reflexión, son denominadores comunes en los postres helados de Andoni Luis Aduriz en Mugaritz, uno de los templos gastronómicos más importantes del mundo. Sus guiños a los postres de la infancia, al barquillo, las obleas, los helados y el turrón de siempre son una constante en sus brillantes revisiones del pasado. Juega con la nostalgia, con sabores reconocibles y con depuradas técnicas que respetan y realzan el sabor del helado a través de infusiones de leche de caserío con centeno tostado, turrón o champiñones. Es muy habitual en su trabajo estas preparaciones previas al desarrollo del helado, lo que le va a ayudar a personalizarlo y a controlar mejor el sabor y la textura.
Tras un largo menú degustación con una media de 22 platos y 2,30 horas de duración, sus postres son necesariamente medio-postres, es decir raciones más bien pequeñas. Es el contexto en el que se inscriben sus helados, postres fácilmente comprensibles para disfrutar el colofón de un auténtico festín gastronómico.