Fernando Mira
Lejos de la uniformidad que suelen tener otras heladerías, Fernando Mira Monerris ha sabido dotar de elegancia y distinción a cada uno de sus tres establecimientos de Málaga. Conservar el pasado jijonenco para mirar al futuro es una de las máximas en un negocio familiar que ya va por su cuarta generación. Una de las grandes virtudes de este heladero ha sido celebrar de una forma singular y atractiva esta historia familiar a través del interiorismo de sus heladerías y de su marca de turrones Libo. Es una buena forma de reivindicar los orígenes turroneros de la familia.
Si bien el diseño de sus tiendas preserva elementos de toda la vida de Casa Mira, como las conservadoras, los tubos de glicol, básculas, etcétera, el obrador de la calle Compás de la Victoria expresa muy bien la personalidad de Fernando Mira y su forma de trabajar, con el orden y la limpieza como prioridades absolutas. Su interiorismo y organización recogen todos aquellos cambios que Fernando Mira ha querido implementar y que suponen un punto y aparte del típico obrador alicatado en blanco, “con muebles de acero repletos de cosas y luz de tubos fluorescentes en el techo”.
Como buena heladería jijonenca, el helado de turrón es una de las grandes especialidades. No obstante entre los más demandados se encuentran también otros clásicos como el mantecado, la crema tostada y los sorbetes de toda la vida, como el limón y la fresa. Junto a otros helados esta oferta representa el 80% de las ventas de sus heladerías. En las tiendas tampoco faltan bebidas como la leche merengada, el blanco y negro (granizado de café servido con helado y nata montada) y horchata. A esto se suma la selecta gama de turrones de una familia que vuelve cada año a Jijona a elaborarlos, con un oficio que se remonta a 1890.
Cargando artículos
Cargando recetas
Cargando artículos