Robyn Sue Fisher es de aquellas personas que deciden dar un giro radical a su vida laboral para dedicarse a lo que más le gusta. Un valor y un arrojo que son elementos indispensables para dejar un buen trabajo como consultora en el mundo corporativo para poner en marcha una heladería en San Francisco (Estados Unidos). Pero no una heladería cualquiera.
En su idea inicial, Fisher quería reproducir los helados artesanos que recordaba de pequeña, aquellos que se basaban en recetas sencillas y en el sabor de los ingredientes frescos. Algo que no encontraba como consumidora en los helados de marca que dominan en la actualidad. Su heladería, Smitten Ice Cream, nace de esta mezcla de desilusión frente a lo que se había convertido el helado y de emoción por lo que podía aportar en este terreno. Así, con este objetivo en mente, diseña su propia mantecadora. Pero a diferencia del funcionamiento de las mantecadoras al uso, Fisher inventó una máquina que trabajaba con nitrógeno líquido y que le permitía hacer helado a demanda y con unas características únicas.
En la actualidad, tiene varias heladerías en puntos estratégicos de Bay Area (Área de la Bahía de San Francisco).