Fue en el mes de agosto cuando Albert Soler, de Can Soler, tuvo la idea de crear unos turrones de chocolate inspirados en el Museu de Badalona, del que tiene muchos recuerdos de infancia. Como él mismo explica, “cuando era pequeño e iba a la escuela, mi deseo a la hora del patio era poder escaparme para ver las termas romanas. Ha pasado tiempo, pero el recuerdo de cómo me sentía y cómo me fascinaba el museo todavía perdura”, explica.

Turrón de Albert Soler desenmoldado

Con estos singulares turrones también ha querido hacer un regalo especial a la ciudad “que me ha visto crecer y que tan bien acogió a mi familia en los años 60”, prosigue. Por eso, todos ellos contienen ingredientes que tienen algún tipo de vínculo con Badalona.

Para llevar a cabo la idea, Soler contactó con la directora del museo, Margarida Abras, y visitó las instalaciones durante más de tres horas. Solo entrar y ver un mosaico, tuvo claro que los turrones tendrían forma cuadrada, como si fueran azulejos. Respecto al pistoleado, fiel a su estilo: envejecido y con apariencia similar al hierro.

El siguiente paso fue pedir a Abras fotografías en alta calidad de seis piezas del museo, hacer dibujos y encargar los moldes a Food Lab Barcelona bajo la premisa de crear pequeñas joyas de museo.

La gama está compuesta por La Venus (ganache de limón y anís), Bacus (toffee de vermut con pomelo), Domus (crujiente de neula), L’Heura (quicos y cacahuetes), Els Dofins (patatas fritas Corominas) y Caldarium (naranja con Cointreau).