Sabemos que los prejuicios sociales tienen una larga historia compartida en nuestra sociedad y que son necesarios para digerir el volumen inmenso de información que recibimos a diario. Nos ayudan a simplificar la realidad, pero a menudo encierran la realidad dentro de nuestros esquemas mentales. Los prejuicios también hacen acto de presencia en la gastronomía. Cuando se habla de las diferentes disciplinas que forman parte de la gastronomía muchos profesionales representan mentalmente este mundo de forma jerárquica y piramidal. En la cima de esta pirámide la cocina reina en solitario y, por debajo de ella, se sitúa el resto de oficios artesanos. En este marco mental la pastelería viene a continuación, para dar paso en un nivel inferior a la panadería y la heladería. Sin embargo, como sucede en otros ámbitos de la vida, cada vez son más los que han empezado a cuestionarse este orden jerárquico con el que nuestra mirada observa y valora. Un número creciente de profesionales ya no siente que ocupa un nivel jerarquizado y marcado en esta pirámide imaginaria quereserva a cada oficio su lugar. Cada vez son más los cocineros y pasteleros que rompen con esta manera tan inmovilista y prejuiciosa de relacionarse con la heladería. Llegan al helado y a la heladería con la humildad necesaria para reconocer y aprender todo lo que les puede aportar una disciplina con un método práctico para alargar la vida del producto más allá de lo imaginable, con parámetros estudiados para “adaptar” su helado a cualquier necesidad, ya sea una tendencia o la impronta personal del artesano, y abrazan, también, el atractivo de un negocio rentable. Así lo vemos en la historia reciente de la revista Arte Heladero y así lo apreciamos cada vez más en números como este. Y es que en Arte Heladero 210 damos fe de nuevos pasteleros y cocineros con una trayectoria prometedora, apostando en firme por la heladería y abriendo incluso establecimientos. Nada nos hace más felices que ver cómo en este pequeño mundo de la gastronomía también se van rompiendo los prejuicios que encadenaban nuestro pensamiento y percepción de la realidad. Brindemos por ello.