Muchas y muy estimulantes sensaciones tuvimos durante nuestra visita al Disfrutar de Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas. Quizás una de las más placenteras fue constatar que dos mundos como el de la pastelería y la cocina se hermanaban en perfecta sintonía, discurriendo el menú harmónicamente entre toda clase de juegos dulces y salados, asociaciones saladas y técnicas dulces. Porque algunas barreras están para romperse. Enterrando a la pastelería en los postres o delimitando la cocina a una parte del menú puede impedir que florezcan platos brillantes a caballo entre ambas disciplinas.

También otras barreras han roto los hermanos Roca con su espectacular gira, demostrando que se puede ser fiel a uno mismo mientras se explora otras culturas gastronómicas. ¿Y qué decir de Nacho Manzano y su soberbia utilización de las pieles de pescado a lo largo de los últimos años? Una investigación en pos del sabor que ha venido a expandir las fronteras de lo que es técnicamente posible cuando un chef se enfrenta al pescado.

Muchas son las barreras que el sector ha ido derribando en los últimos tiempos, caminando con paso firme hacia nuevas formas de entender la cocina. Son barreras que no existen pero que han sido derribadas por grandes chefs tras un proceso reflexivo y con una clara motivación. Porque aunque se hace necesario explorar lo desconocido para ir creciendo, no todo vale.