Siempre hemos defendido la gran importancia que tienen los concursos dirigidos a los jóvenes. No solo sirven para pulsar cómo llegan las nuevas generaciones y qué les llama, sino que también se convierten en un valiosísimo acicate para que se prueben y crezcan. Porque incluso sin premio final, la experiencia enriquece. Uno de los concursos más interesantes en este sentido es el de Cocina Joven de Cataluña, que organiza desde hace 33 años la Escuela de Hostelería y Turismo Sant Pol. En esta ocasión, diez finalistas tuvieron que presentar ante un jurado presidido por los hermanos Sergio y Javier Torres (protagonistas también de Saber y Sabor 173) un plato con los productos de proximidad como protagonistas.

Se llevó el premio absoluto Óscar Maíllo, joven cocinero que trabaja en el Mandarin Oriental de Barcelona, gracias a su Corvina y textura de espárragos. Un plato que el jurado destacó no solo por su cuidado estético sino especialmente por la armonía en cuanto a sabores y textura, ejecutado sin complicaciones.

A lo largo de la presentación de los distintos platos, los hermanos Torres y otros miembros del jurado no perdieron la oportunidad de apuntar cuál es la receta del éxito en concursos como este. De entrada, hicieron hincapié en la necesidad de informarse, de estar atentos a qué se cuece. Y no dejar de buscar el mejor producto posible, para luego potenciarlo y no esconderlo. ¿Por qué rodear en exceso productos como la gamba o el guisante?

Como recomendaron los presidentes del jurado, “hay que evitar dar demasiadas vueltas a la cabeza. La sencillez es un valor añadido. El que presenta un buen producto bien cocinado y con una buena técnica tiene mucho ganado”. La excesiva complejidad es un pecado común en muchas cocinas y los jóvenes tienen que aprender que, hoy más que nunca, menos es más. Sergio Torres lo definía muy bien con una sola frase: “el fondo es la base y la base es el fondo”. Y una última reflexión sobre el sabor, ésta realizada por el gastrónomo de 5 a Taula, Josep Vilella: “la dimensión estética es importante, pero hay que cuidar que ésta se coma la ética del gusto”.

Pautas, en definitiva, muy interesantes que deben servir a los jóvenes del mañana para seguir creciendo.

Más allá del primer premio, el jurado destacó otros tres platos. El premio a la destreza y mejor técnica de elaboración se lo llevó Gerard Lorente, de la Escuela Joviat, por su Gamba de Arenys, acelgas y judía del Ganxet. El premio a la Imaginación y creatividad fue para Mariona Sánchez, del Hotel The One Barcelona, por el plato Lágrimas del Maresme, gamba de Blanes y aire de menta.

En cuanto al Premio a la Presentación, recayó en Mariona Rodà, del IES Bisbe Sivilla, por la reinterpretación del postre Fresas con nata. Un nombre que hay que destacar de forma especial. Y es que, tras analizar los requisitos para participar en el European Young Chef Award 2019, el jurado determinó que fuera ella quien representara a la región catalana en este concurso internacional.