Budapest fue los pasados 23 y 24 de marzo el escenario de una nueva edición de la ronda europea de clasificación del Bocuse d’Or. Un total de 17 equipos nacionales, candidato más ayudante, midieron su habilidad a la hora de presentar sus buffets con dos composiciones diferentes ante un jurado presidido por la cocinera Ana Ros. Finalmente, Brian Mark de Dinamarca se impuso en la contienda, el candidato local, Bende Dalnoki, terminó segundo y Filip August de Noruega quedó en tercera posición. Los diez primeros clasificados han conseguido su pase para la final mundial que tendrá lugar el año que viene en Lyon. España una vez más no alcanzó este objetivo, el candidato Rubén Amro quedó relegado a la 13ª posición.

Plato del equipo danésPoco lugar para las sorpresas en esta nueva edición del Bocuse Europa. Los países favoritos, básicamente los escandinavos, quedaron colocados entre los seis primeros puestos, dejando solo a la anfitriona Hungría que se colara en la segunda plaza. Ni Francia pudo lidiar con el “lobby nórdico” y quedó relegada a la séptima posición. El resto de países que tampoco fallaron fueron Reino Unido, Suiza y Bélgica, clasificados entre la octava y la décima posición.

Los candidatos se enfrentaban a un doble reto: por un lado reivindicar el producto de proximidad, ensalzando en una de sus bandejas la carne de ciervo, el foie gras, el queso cottage y la nata agria; y por otro dar respuesta a la inquietud por practicar una cocina vegana, en la que debían incluir algunas de las variedades húngaras de patata. Durante las dos jornadas, cada aspirante, junto a su  ayudante, dispuso de 5 horas y 35 minutos para montar sus espectaculares presentaciones en plato y en bandeja.

Una vez más, la competición demostró un nivel de exigencia y perfeccionismo técnico muy elevados, condición imprescindible para desarrollar creaciones de acabados pulidos con complejos detalles de presentación, más habituales en otras disciplinas como la pastelería. La presidenta del jurado Ana Ros agradeció el esfuerzo de la organización por reivindicar la cocina de proximidad sin renunciar a sus estrictas normas de participación.

España fuera, y ya va una década

Por su parte, Rubén Amro, chef del restaurante Koma de Collado Mediano (Madrid), junto a su ayudante Agustín Herrera, realizaron un notable esfuerzo por competir al nivel exigido, sin que se viera recompensado por un lugar entre los diez primeros clasificados. En palabras del jurado español, Jose Manuel Miguel, hay que valorar el trabajo realizado para llegar hasta aquí, pero también analizar las causas por las que se ha quedado en décimo tercera posición y hacer autocrítica de por qué, una edición más, y con esta ya son más de cinco, una década, la final del Bocuse d’Or se quedará sin representación española.

El chef del restaurante Beat, protagonista de Saber y Sabor 185, reivindicó de entrada el interés técnico de este concurso, su espectacularidad y su innegable complejidad. Además, pese a la decepción que conlleva quedarse fuera de la final, Miguel prefiere ver que estamos en el buen camino: “hemos presentado un buen trabajo, contando con las limitaciones, y nos hemos quedado a las puertas. He probado todas las propuestas presentadas y a nivel gustativo no estamos por debajo. Ha sido más la valoración del jurado técnico, atento a detalles de organización. Ahora tenemos que afinar en detalles que marcan la diferencia”.

A su parecer, perfeccionar estos detalles requiere de una mayor inversión en cuanto a tiempo y recursos. Sin ir más lejos, los países nórdicos no dudan en apostar fuerte por este campeonato, considerándolo poco menos que un asunto de estado. “La próxima edición tendremos la suerte de contar con más recursos gracias a la implicación de Makro, y ya hay profesionales que han mostrado su interés por optar a representar a España con un perfil apropiado”. Y es que es importante tener en cuenta que el Bocuse d’Or requiere un dominio de técnicas pasteleras y una formación francesa.