Desde bien pequeño, Álvaro Álvarez disfrutó del ambiente que se respiraba en el obrador de A Maquía, la panadería de sus padres en Culleredo (A Coruña). Tras acabar los estudios superiores, estuvo buscando escuelas nacionales y en Francia, por su tradición gastronómica. Finalmente se decantó por la EPGB, donde se convirtió en un alumno brillante.
Tras experiencias en obradores como el de La Pastisseria de Barcelona, decidió volver a casa y reconvertir, junto con su hermano Daniel, el negocio familiar en una pastelería de autor en la que expresa todo lo aprendido, pero no renuncia a la tradición local. En A Maquía está al frente de toda la partida de masas y productos horneados, y ya ha conseguido reconocimientos como el Premio a la Mejor Pasta de Té de Galicia y tercera clasificada de España en 2020.