El chef italiano aprendió el oficio en la Pasticceria Veneto de Iginio Massari, donde desempeñó funciones en todos los departamentos.
En 2009 abrió su propia pastelería en Offlaga, en la que creó Dolce di sant imerio, que se ha convertido en el postre típico de la ciudad, y en 2015 abrió su segundo punto de venta propio en Brescia.
Bruno Andreoletti elabora anualmente más de 28 toneladas de masas fermentadas en sus dos tiendas y su panettone ha merecido diferentes premios y reconocimientos en varios concursos italianos e internacionales.