Su paso por la reputada pastelería francesa Fresson, del MOF patissier Franck Fresson, le enseña a trabajar el helado con mimo, empleando ingredientes de la máxima calidad, naturales y frescos, a partir de la colaboración con pequeños productores con los que comparte un compromiso por el producto noble. Su formación inicial como pastelero le permite en realidad combinar con acierto ambas disciplinas, algo que pronto pondría en práctica en la heladería Glaciel. En 2012 participa de su apertura y se coloca enseguida en un referente de las creaciones heladas en el país japonés. En 2015 deja esta heladería para embarcarse en un proyecto personal que finalmente vería la luz en 2017, Maison Givree. Ahí vuelve a combinar sus dos almas pasteleras y heladeros para desplegar una oferta que tiene especialidades dulces y heladas por igual.