Sin duda es una de las figuras jóvenes de la pastelería española que más positivamente nos ha sorprendido en los últimos años. No se trata solo de una cuestión de edad o de talento, que también, sino de su singular apuesta por abrirse camino en un entorno rural y poco habitado. Un lugar con mucho encanto, en la minúscula localidad costera de Busto, Asturias, pero Jhonatan González hace gala de inventiva para dar con la fórmula y el tipo de producto que mejor puede funcionar en un establecimiento atípico, que no suele abrir entre semana y que tiene en la pastelería de eventos uno de sus principales ejes de actividad. Su estilo es depurado y muy fiel a la tradición, sin renunciar a una más que necesaria modernización mediante el uso de fruta fresca y otros elementos igualmente nobles.