Cuando Natalya Prokopenko era pequeña, estaba mal visto en Ucrania dedicarse a la hostelería, de manera que relegó su pasión por la pastelería al ámbito doméstico, y decidió estudiar piano y ya en España gestión administrativa y turismo.
Después de vivir de cerca la enfermedad de su padre, dejó su trabajo en una reconocida compañía de Girona y empezó a formarse en pastelería en la escuela de Maria Selyanina. Y tras adquirir experiencia en el obrador de Dolç o en la partida de postres de El Celler de Can Roca, al tiempo que se especializaba con diferentes cursos, abrió su propio negocio en noviembre de 2021: Pastisseria Praliné. Un cuidadísimo establecimiento que combina la suntuosidad palaciega de la cultura eslava con la sobriedad y el savoir faire francés.