Pierre Marcolini
Pierre Marcolini forma parte de una pléyade de profesionales que han logrado que su pasión sea una inagotable fuente de rentabilidad. Una pasión y una convicción que comienza a hacerse realidad cuando decide que quiere hacer los chocolates que le hacen feliz. Esta historia arranca en 1995, cuando abre su primera boutique en Bélgica y presenta chocolates que en aquel entonces eran diferentes, a base de infusiones, especias y en formatos reducidos de no más de 15 o 20 gramos.
Una de sus fuentes de inspiración predilectas es contar la historia y las notas aromáticas que hay detrás de las variedades de cacao que utiliza. Una obsesión que se traduce, sobre todo, en un trabajo de autor que apuesta por el purismo en el sabor del chocolate, sin alterarlo con azúcar o vainilla para reafirmarlo en boca. Hoy es posible trasladar este discurso al producto final y conectar con el consumidor más exigente e informado que ha tenido nunca este sector. Así viste sus tabletas y el resto de sus chocolates Marcolini.
Una de las experiencias que marca el rumbo de la trayectoria profesional de este profesional originario de Verona, Italia, es su stage en la chocolatería de Maurice Bernachon, en Lyon. Desde entonces tiene claro que para aportar valor añadido hay que controlar todo el proceso de producción del chocolate, lo que le lleva a conocer de primera mano la realidad y la calidad de todo lo que rodea a las plantaciones de cacao.
En la actualidad, Marcolini es uno de los embajadores de la chocolatería belga con mayor proyección internacional, con una cuarentena de boutiques repartidas por varios países y un montón de tiendas pop up por toda Europa. Un espacio de venta que suele tener una estudiada y, en ocasiones, espectacular puesta en escena, como el lanzamiento veraniego de su colección de helados.
Cargando artículos
Cargando recetas
Cargando artículos