En Arte heladero 216 dedicamos un artículo a Iceberg Mallorca, que celebró recientemente su 20 aniversario. Ha llovido mucho desde que Carlos Enríquez abriera en 2003 una pequeña heladería en el casco histórico de la capital de las Baleares. En este tiempo, ha aumentado con creces su capacidad productiva, llegando a los casi 500.000 litros al año, sin perder la esencia artesana de los inicios.
Hoy es una fábrica de helado artesano, con dos tiendas propias en Palma y unos 40 corners y puntos de venta en locales repartidos por toda la isla, que continúa su buena marcha superando todas las crisis posibles. Asimismo, los canales de venta también se han diversificado, ya que Iceberg se ha abierto al sector horeca y a los supermercados, así como al norte de Alemania.
Compartimos a continuación 5 datos sorprendentes que seguramente no sabes de la historia de Iceberg Mallorca y de su fundador Carlos Enríquez.
1. De consultor a heladero sin tradición familiar
Empezó su trayectoria profesional como consultor empresarial en Alemania, su país de nacimiento y donde sus padres gallegos habían emigrado. Cansado de su trabajo, dio sus primeros pasos en heladería junto a un amigo italiano en Jannys Eis, la plataforma de despegue para ir entendiendo la formulación. De esta manera, Carlos Enríquez aprendió de manera autodidacta sin contar con ningún pariente cercano vinculado a este oficio.
2. Abrió la primera heladería en el centro histórico de Mallorca en 2003
En paralelo a su formación, Enríquez comenzó en 2002 a buscar el emplazamiento para abrir su propia heladería. Aquel año fue muy lluvioso en Alemania y le pareció que no era el sitio más idóneo para este tipo de negocio. Por la misma razón tampoco lo era la Galicia de sus padres. En 2003 decidió explorar Palma de Mallorca y, sorprendentemente, encontró un mercado muy poco desarrollado. “En toda Palma solo existían dos heladerías que hoy ya no están. En el casco antiguo, donde no paran de circular turistas, no había heladerías. Así, encontré un local asequible muy rápido y abrí el primer establecimiento con obrador a la vista”, relata.
3. Su vitrina ideal está dividida en tres áreas
Enríquez cree firmemente que una vitrina perfecta tiene que tener tres áreas. Una dedicada a los helados tradicionales de toda la vida como son el chocolate, la vainilla, la fresa, etcétera. La segunda reservada al helado comercial, es decir, sabores de la industria que todo el mundo conoce y que reinterprera desde la artesanía. La tercera es la más exclusiva, la creación de nuestros propios sabores. “Esto es lo esencial en un heladero artesano. Tiene que crear, crear y crear. Cuando abrí la primera heladería muy pocos tenían helados como el de chocolate con chile, limón con albahaca, naranja con hierba buena, queso de cabra con higo. Son sabores que encuentras más bien en la restauración. Tuvimos claro que nuestro camino debía ser este tipo de helado”, asegura.
4. Exportación de helado a Alemania
Durante la COVID-19 una franquicia de heladerías del norte de Alemania se puso en contacto con Carlos Enríquez para que enviaran helado de Mallorca a Alemania. “Ya que los alemanes no podían viajar a las Baleares por las restricciones de la pandemia, al menos podíamos llevar un trocito de Mallorca a Alemania”, recuerda.
Empezaron a exportar el sorbete de naranja con hierbabuena para introducirlo en las vitrinas de esta franquicia. “En 2 o 3 semanas tuvimos que preparar 10 palets y buscarnos la vida en todo, envases, logística, etc. El transporte no fue tanto el problema porque hay vuelos directos de Mallorca a diferentes puntos de Alemania”, aclara. Así, el año siguiente se abrió la posibilidad de introducir otros sabores mallorquines y veganos, como el de almendra y el de chocolate. Y el tercer año fue una oportunidad para ampliar todavía más la carta vegana de Iceberg con pistacho con flor de sal, y kinder.
Está claro que las raíces alemanas de Enríquez han sido fundamentales para que todo fuera más fácil a la hora de impulsar la exportación de su helado. “De esta manera, de una necesidad derivada de las restricciones de la pandemia surgió un proyecto muy interesante que ha tenido continuidad en la actualidad. Este año haremos 40 palets, lo que significa que exportaremos unos 40.000 litros de helado”, señala.
5. Objetivo de futuro: veganismo
Precisamente en los últimos años esta heladería ha prestado mucha atención a lo vegano, “porque creemos mucho en este movimiento. Además, con lo vegano ofrecemos una alternativa a los intolerantes a la lactosa, y vamos descartando en un número creciente de nuestros helados la utilización de la leche, que procede de ganados que tienen un impacto negativo en el ecosistema”. Hoy en día “un 30% de nuestro helado (que no es sorbete) es vegano, y un 70% de base o crema láctea. El objetivo es que para 2030 este porcentaje se invierta”, añade.