Si recorremos los contenidos de este Arte Heladero 219 caeremos en la tentación de señalar como común denominador heladerías que han forjado su identidad a caballo entre la tradición del pasado y el modernismo del presente. Y es innegable que la unión de los dos extremos, pasado y presente, da como resultado proyectos definidos y una oferta diferenciada. Xixovic es uno de los ejemplos más palmarios.

Pero lo que realmente marca un giro de 180º en las propuestas de Arte Heladero 219 son profesionales que no solo unen tradición y vanguardia, pasado y presente, sino que además han sido capaces de ver la heladería más allá de sus propios códigos culturales para enriquecerla en contacto con otras gastronomías. El caso del chino Bang Gai es paradigmático. Tras su viaje a Italia regresa a su país para abrir una heladería en la que aúna la cultura culinaria china con la tradición heladera italiana. El resultado de esta fusión de culturas tiene momentos especialmente sobresalientes como lo demuestra con su Lemon tree (Limonero), un helado laureado en la última edición del conocido concurso Procopio Cutò, del Sherbeth Festival de Sicilia. Un sabor que combina armoniosamente elementos orientales, como la fragante madera de agar y la técnica china de extracción de su esencia, y occidentales como limones y el aceite de oliva virgen sicilianos.

Otros que representan bien este diálogo entre culturas son los argentinos Pablo Lagrutta y Soledad Terrile, de Salva Helados. Originarios de Rosario, han sabido adaptar una vitrina argentina caracterizada por los sabores tradicionales, a las expectativas de una clientela barcelonesa abierta a la sorpresa gastronómica.

Finalmente Matteo Reggio, de Paral·lelo, es un ejemplo más de esta inercia. Desde que él y sus amigos abrieron sus puertas en Barcelona dejaron muy claro que no eran una heladería italiana al uso. Su origen y su formación son italianas, pero en el ejercicio de su oficio en la ciudad condal han continuado modelando su forma de entender e interpretar los ingredientes locales y su helado. En este número lo demuestran a partir de ingredientes aromáticos que marcan un nuevo nivel de excelencia en esta área de trabajo. Y todo gracias a una heladería que no se agota en la tradición italiana porque es sensible a la gastronomía local y a técnicas que beben de los avances en cocina.