Del 8 al 11 de noviembre, Palermo acogió Sherbeth 2024, una edición que recibió a más de 180.000 visitantes.
Uno de sus grandes atractivos fue la participación de 48 heladeros procedentes de Francia, China, Holanda, Finlandia, Reino Unido, Suiza, Bélgica, Japón, Taiwán y Polonia, que crearon un helado especialmente para la ocasión y lo sirvieron al público que se acercaba. “Es un hermoso espectáculo ver a miles de personas con el cucurucho en la mano, sus expresiones satisfechas, a veces asombradas porque están probando un sabor completamente desconocido. Combinaciones como helado de aceite acompañado de virutas de trufa o exóticos sorbetes de té con pimienta negra. Pero también sabores tradicionales como el zabaglione, chocolate de muchas calidades a base de agua o de leche. En resumen: una maravilla”, nos explica la prestigiosa periodista gastronómica Luciana Polliotti que ha participado en este festival desde su primera edición, hace 16 años. “Conmigo estaban Luca Caviezel y Carlo Pozzi. Por desgracia, esos dos grandes maestros del helado artesano ya no están con nosotros; de hecho, irónicamente, me apodaron La Superviviente”.
Otro de los puntos fuertes de Sherbeth fue el programa de conferencias, demostraciones y mesas redondas a cargo de grandes profesionales. En este apartado destacó la ponencia de Irene Iborra que, junto con Morikane Tomomi y Noè Pinetti, profundizó en la importancia del storytelling en la heladería. “Un encuentro dirigido por una maravillosa joven chef que con sus helados de la memoria trasladó a los asistentes a los bosques de España, haciéndoles degustar sorbetes elaborados con fresas, moras, frambuesas, y perfumados con romero y tomillo”, asegura Polliotti. También, cómo no, cabe reseñar la charla de la propia Polliotti y el director técnico del festival, Antonio Cappadonia, sobre la invención del helado. “Fueron precisamente estas reuniones las que nos hicieron darnos cuenta de lo importante que es la comunicación al consumidor final. Lo importante que es contar nuestras historias al público, por qué decidimos hacernos artesanos, cuál es la belleza del oficio artesano, lo importante que es la historia personal y profesional de cada uno. No basta con poner tu cara o tu firma en el helado. Es necesario hoy más que nunca contar la historia para que la separación entre artesano e industria sea cada vez más clara. Entre territorio y estandarización. Entre el hombre y la máquina”, añade.
A nivel de competiciones, volvió a celebrarse el popular Concurso Procopio Cutò, que este año proclamó vencedor a Bang Gai, propietario, junto con su mujer Ivy Li, de la heladería Sette de Hangzhou (China). El chef presentó el sabor Lemon Tree, un helado a base de aquilaria, una planta muy antigua que se utiliza en la medicina tradicional china. “Cuando llegamos a Sicilia, nos dimos cuenta de la gran riqueza de plantas frutales, así que optamos por combinar la base de nuestro helado con limón, nuestra fruta siciliana favorita. Le dimos el toque final añadiendo un chorrito de aceite siciliano, comprado en un mercado maravilloso que encontramos justo detrás del Teatro Massimo. La idea era crear una propuesta que aunara las tradiciones china y siciliana”, comenta el ganador.
A nota de resumen, Polliotti quiere reseñar que Sherbeth ha servido para constatar que, en plena globalización, los heladeros desean no perder sus peculiares características gastronómicas, sino al revés, quieren potenciarlas. Además, “se ha notado una gran conciencia hacia la sostenibilidad, el respeto por el medio ambiente, la tierra, el mundo vegetal y el mundo animal”, comenta. Y, otra tendencia importante; en el concurso, “la cantidad media de azúcar contenida en los helados ha disminuido enormemente, hasta el punto de situarse por debajo de la cantidad exigida por la media europea”.