El dióxido de titanio o E171, muy utilizado como colorante blanco en pastelería fina, helados, confitería y hasta en sopas, caldos y salsas, así como en cosméticos, pinturas y medicamentos, vuelve a estar en el punto de mira. Ya fue prohibido en Francia en 2020 y ahora la agencia europea de seguridad alimentaria (EFSA) afirma que no puede considerarse seguro como aditivo alimentario al revisar su evaluación publicada en 2016 tras la petición realizada por la Comisión Europea en marzo de 2020.
Según el profesor Maged Younes, presidente de la Comisión Técnica de Aditivos y Aromas Alimentarios (FAF) de la EFSA, se ha llegado a esta conclusión porque no se puede descartar la genotoxicidad -capacidad de dañar el ADN- después de su consumo. “Tras su ingestión, la absorción de partículas de dióxido de titanio es baja, pero pueden acumularse en el organismo”.
A partir de aquí, los gestores del riesgo de la Comisión Europea y de los Estados miembros estudiarán las medidas adecuadas para garantizar la protección de los consumidores. Stella Kyriakides, la comisaria europea para la salud y la seguridad alimentaria, ha adelantado que "siguiendo la nueva opinión científica de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria sobre el aditivo alimentario E171, propondremos prohibir su uso en la UE. Este mes se empezará a debatir con los estados miembros. Nuestra prioridad es la salud de los ciudadanos y la seguridad de los alimentos que comen".