Haciendo un primer y rápido balance del recién clausurado salón Intersicop 2015, y a la espera de datos oficiales de visitantes, podemos hablar de luces y sombras. Es verdad que después de dos aplazamientos y cuatro años desde la edición anterior, las expectativas no eran demasiado halaguëñas. Quizá por eso el solo hecho de que se haya celebrado y que además no haya sido un rotundo fracaso, nos lleva a ser moderadamente optimistas de cara al futuro.
La Organización ya ha adelantado las fechas de la próxima edición (del 19 al 22 de febrero de 2017), reduciendo la periodicidad de cuatro años a dos. También ha anunciado su decidida apuesta por integrar de forma clara al sector de la heladería dentro de la oferta expositiva. Ambas decisiones pueden ser acertadas, aunque claramente insuficientes. Sin un completo programa de actividades, sin la participación de empresas estratégicas y sin una política de comunicación más intensa y eficaz, será prácticamente imposible recuperar el prestigio y el vigor que este salón tuvo en el pasado.
Por tanto, una edición esta de 2015 que debe servir de transición hacia una nueva etapa. Y una oportunidad, quizá la última, para que los sectores de la pastelería, panadería y heladería encuentren por fin una feria profesional de referencia en nuestro país.