Hay fiestas que tienen un peso fundamental en la cuenta de resultados de un negocio y que rompen el ritmo de consumo normal de las estaciones. La Navidad es uno de esos puntos de inflexión que aceleran el consumo hasta cotas insospechadas, porque los productos artesanos tienen un papel importante en las reuniones familiares. La pastelería y la alta restauración, por ejemplo, se preparan a conciencia para seducir con sus propuestas a golpe de creatividad, servicio, calidad o una política atractiva de precios. Pese a su tradicional estacionalidad veraniega, cada vez son más las heladerías de todo el globo que aprovechan las fiestas navideñas para lanzar al mercado sus mejores elaboraciones. En Arte Heladero 180 recogemos productos navideños muy distintos, todos pensados para hacerse un hueco en el hogar. Turrones de chocolate negro con coberturas clásicas de gran prestigio como Guanaja, de Joan Manuel Guillamon; helados que imitan el árbol de Navidad, caso de Rocambolesc; versiones heladas del polvorón mucho más ligeras, comercializadas por César Giménez en Arlequino; y un goloso gofre con mantecado para degustar mientras se va de compras, de los gallegos La Central Heladera, se cuentan entre las variadas creaciones de un número distinto. También nos visita Giapo que, desde Nueva Zelanda, da un paso más atrevido para que el consumo de su helado no se frene en el invierno navideño. El italiano afincado en Oceanía inventa un menú de degustación con guiños a productos de todo el mundo con un hilo conductor, el helado. Las posibilidades que le brinda un obrador mucho más grande y mejor equipado es el punto de partida idóneo para desarrollar el helado en otros contextos, incluso salados. 

Todas las vías que toma el helado en esta estación invernal, ya sea con la Navidad o sin ella, son válidas para aquellos que siguen trabajando fuera de temporada. Para ellos este número representa una herramienta básica, un muestrario de diversidad heladera.