Se estima que en 2024 se producirán 107,6 millones de toneladas de aceite de palma para el mercado global. Sin duda, es el aceite vegetal más popular del mundo, a pesar de que la expansión de sus plantaciones ha provocado la deforestación masiva en varios países.
Ahora, científicos de Singapore's Nanyang Technological University (NTU) y de Malaysia’s University of Malaya han encontrado una alternativa más saludable y ecológica. Concretamente, han desarrollado un método para producir y extraer de manera efectiva aceites vegetales de un tipo de microalga común. Aceites que contienen más ácidos grasos poliinsaturados, que pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol "malo" en sangre y disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Para la producción de estos aceites se agrega ácido pirúvico -un ácido orgánico que se encuentra en todas las células vidas- a una solución que contiene algas Chromochloris zofingiensis, y se expone a luz ultravioleta para estimular la fotosíntesis. Después de 14 días, las microalgas se lavan, se secan y se tratan con metanol para poder extraer los aceites.
Los científicos aseguran que cuando se realicen producciones a gran escala, la luz ultravioleta podrá ser reemplazada por la solar, lo que ayudará a eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera al convertirlo en biomasa y oxígeno a través de fotosíntesis. Asimismo, anuncian que en la NTU han desarrollado, en un estudio separado, un método para producir ácido pirúvico mediante la fermentación de productos de desecho orgánicos existentes, como residuos de soja y cáscaras de frutas, que no solo reduciría los costes de producción, sino que ayudaría a disminuir el desperdicio de alimentos.
Tal como asegura William Chen, director del NTU’s Food Science and Technology (FST) Programme e impulsor del proyecto,“nuestra solución es un enfoque de tres frentes para resolver tres problemas acuciantes. Estamos aprovechando el concepto de establecer una economía circular, encontrar usos para los posibles productos de desecho y volver a inyectarlos en la cadena alimentaria. En este caso, nos basamos en uno de los procesos clave de la naturaleza, la fermentación, para convertir esa materia orgánica en soluciones ricas en nutrientes, que podrían utilizarse para cultivar algas, lo que no solo reduce nuestra dependencia del aceite de palma, sino que mantiene el carbón fuera de la atmósfera”.