Manuel A. Menéndez abandona el cargo de presidente después de más de 35 años al frente de la institución. Seguirá desempeñando labores de secretaría general en la Confederación Española (CEEAP) pero deja paso a un equipo nuevo que tiene por objeto asumir los retos de la institución en el presente. Modernizar el organismo, hacerlo más transparente y adaptarlo a las necesidades presentes del sector, tanto en lo relativo al valor profesional y empresarial de pertenecer a la Asociación, como a erigirse en un referente formativo a través de su escuela, ITEPPA. Alberto Díaz es el encargado de liderar esta nueva etapa de la institución. Después de más de tres años estrechamente involucrado en dinamizar la escuela de pastelería asturiana, asume ahora un nuevo desafío en su carrera personal con una receta clara y concisa: ilusión en el trabajo y pasión por la pastelería. Los primeros frutos ya se han dado a conocer en la escuela respecto al nivel y cantidad de alumnos y master class programadas para los profesionales de la zona. Nadie les podrá reprochar el empeño que están poniendo por convertirse en un referente de la formación de calidad en el Norte de la Península. Él mismo nos proporciona las claves de su recién estrenado mandato.
¿Qué te ha llevado a ser hoy el presidente del gremio asturiano de pastelería?
Manuel Menéndez lo dejó, como ya había anunciado, el pasado 31 de diciembre de 2013. Pero en realidad yo he estado en contacto con él formando parte de su Junta desde hace tres años y preocupándome sobre todo por aspectos relacionados con la formación. En aquel momento cuando yo entré, ya se produjo un cambio de equipo que es el que hoy me acompaña en esta nueva etapa recién emprendida.
¿Y qué tal estas primeras semanas de mandato?
Aunque sigo dando clases a los alumnos de segundo, ahora tengo que atender un sinfín de temas de índole político, económico, etc. y pasar mucho más tiempo en reuniones. Pero he querido realizar cambios desde el primer momento que asumí la presidencia, cambios relacionados con ejercer mayor control de todo. En cambio, en lo referente a formación, llevamos tiempo implementando una nueva filosofía en la que el apoyo prestado por Manuel Menéndez estos tres años ha sido fundamental.
¿En qué consisten esos cambios?
Antes venía solo algún chef externo con motivo de demostraciones comerciales esporádicas. Ahora tenemos unos 5 o 6 seminarios al año (el 75% de nuestro objetivo). En lo referente a la escuela, hemos pasado de 4 a 37 alumnos que imparten el ciclo medio de pastelería y panadería como centro absolutamente privado pero con estudios homologados por Educación. Los cursos de formación ocupacional siguen siendo una vía extra de ingresos para la escuela, aunque en estos tiempos han bajado mucho.
¿En qué estado se encuentra el gremio asturiano en estos momentos?
Tenemos 135 agremiados, y aunque la dinámica de los últimos años ha sido la de ir perdiendo asociados, la tendencia que notamos últimamente es la de una disminución de las bajas. Incluso hemos tenido alguna alta compensatoria, por ejemplo de negocios en los que se ha producido un relevo familiar y la nueva generación viene con más receptividad y ganas de aprender. Hay que tener en cuenta que nuestras únicas vías actuales de ingresos son las cuotas de los agremiados y los alumnos que pagan sus matrículas y cuotas mensuales.
¿Y qué ejes de trabajo tenéis marcados para el futuro de ITEPPA?
Tenemos claro cuál es nuestro techo. Ahora contamos con 37 alumnos, pero por instalaciones y capacidad nunca pasaremos de 50. Quizá lo ideal sería tener unos 45, dos primeros y un segundo. Creo que la calidad de la enseñanza impartida nos diferencia de otros centros públicos con el mismo título, gratuito, pero con un tratamiento de la pastelería como algo secundario. El balance de nuestra escuela es tan positivo, que ya tenemos 7 plazas cubiertas confirmadas para el año que viene.
¿Hay algún modelo o referente de escuela de pastelería en el que os fijáis?
Nuestro principal referente, y más próximo, es el de la Escuela de Pastelería del Gremio de Barcelona (EPGB). Es el modelo que más se parece a lo que queremos realizar aquí. Empezando por la ilusión que detectas en los profesores y en su director, Olivier Fernández. Creo que es el camino a seguir. He hecho mía una frase que una vez me dijo: “tu equipo de profesores debe compartir contigo la misma filosofía de modelo educativo”. Creo que con esa ilusión tenemos una oportunidad de crecimiento, no creo en profesores con mentalidad de funcionarios y sin interés por innovar. Nuestro objetivo es contagiar nuestra pasión por la pastelería.
¿Qué mensaje lanzarías a compañeros tuyos de otros gremios y del sector en general?
En muchas ocasiones las personas pierden la ilusión. Además dependemos mucho de factores económicos que no son precisamente favorables en estos momentos. Pero cuando existe la ilusión y sobre todo pasión por la pastelería, se pueden hacer muchas cosas. Por supuesto también hay que trabajar mucho, si no es imposible. Pero nadie te va a cerrar las puertas si por ejemplo acudes en busca de asesoramiento. Al contrario, yo por ejemplo siento una gratitud especial por Olivier Fernández y el resto de profesores de la EPGB, porque siempre me han atendido sin problemas.
También quiero aclarar que cualquier compañero de mi junta podría estar perfectamente ocupando el cargo de presidente. Somos un equipo muy bien compenetrado y todos tenemos las ideas claras sobre lo que queremos.