“Es la pastelería que imagino para el mañana, más ligera, menos grasa, menos gelatinosa, centrada en el sabor y la eficacia”, resume Christophe Michalak sobre su nuevo establecimiento abierto en el barrio de Marais parisino el pasado 6 de octubre. Es el discurso desde hace años de este chef pastelero de referencia, y que ahora se puede disfrutar en un establecimiento que prima los pasteles de tallas grandes y el producto fresco bajo encargo, para poder hacer realidad un placer gourmand dulce acorde a las inquietudes del consumidor actual.
De todos sus productos destacan como decimos los formatos grandes divididos entre Klassiks, en los que no falta el milhojas, la tarta de limón, la pablova… y los Cakes, en forma de pastelitos de almendra (calissons) y en los que no faltan sabores clásicos pero seguros como el chocolate, los cítricos o el jarabe de arce. Completa el repertorio la religiosa con caramelo de mantequilla salada y deliciosas propuestas a base de galletas con brownie (Koonies), guimauves (Kalin), roudoudous (Roukoukous) y un postre en vaso especialmente bajo en grasas y gelatina (Bar à Kosmiks).
El local cumple con la estética desenfadada a la que nos tenía acostumbrados el chef francés con su escuela, su página web o su food truck de pate-choux. Mucho blanco con algún toque de acero y la imagen rock y juvenil del logotipo y los grafismos. En definitiva un nuevo templo que añadir a la ya de por sí completita lista de grandes pastelerías parisinas.