En 1931 Bernardino Moreno abrió el primer local de Pastelería Mallorca en la calle Bravo Murillo número 7. 86 años después, este histórico punto de venta se ha reformado, utilizando materiales que evocan tiempos pasados, con el fin de mejorar la exposición de productos, dar más espacio a los clientes para que se sientan cómodos y marcar tendencia en el mundo de la gastronomía.

De la rehabilitación y la decoración se ha encargado la nieta de los fundadores, la arquitecta Olga Moreno. Al azulejo blanco de toda la vida se le han abierto pequeñas grietas de las que brotan toques de oro. El suelo es un original terrazo que incorpora trozos de cristal de Murano en rojo, el color corporativo de la empresa. La madera, sin apenas tratamiento, da calidez, y el lucernario, que en sus orígenes se situaba encima del obrador, ahora ilumina a los clientes que se sientan debajo de él. Además, al fondo han dejado el obrador a la vista como el de 1931, abogando así por la transparencia.

Con este "nuevo" espacio, ecléctico, elegante y con personalidad propia, Mallorca, además de rendir un homenaje a todos las personas que han trabajado en este establecimiento, vuelve a constatar que sabe adaptarse a los nuevos tiempos.