Trabajar con las manos y servir el fruto de ese trabajo elaborado al momento es uno de los aspectos con más encanto que tienen oficios artesanos como la pastelería y la panadería. Es un encanto que por un lado se nutre del contacto directo con el público y sus inquietudes y que por otro lado se mantiene al margen de las modas más efímeras, de las que no se puede ser esclavo cuando se trata de levantar la persiana cada día y ofrecer un producto con sentido, integrado en una producción.
Por eso nos encanta que una revista como DPAS se haya convertido en el punto de encuentro profesional para detenerse y apreciar qué aporta valor añadido a estos sectores, surcando por debajo de la superficie. Reivindicar un formato, por ejemplo la pastelería de pequeño tamaño, es lo que ha llevado a Xavi Donnay durante más de 10 años a desarrollar una línea personal de productos que actualizan los clásicos, sin perderlos de vista, demostrando que también en este tamaño se pueden elaborar joyas cargadas de impacto visual e intensidad de sabor. Estos días lo comprobamos con la presentación del libro que este profesional firma alrededor de la repostería, la de toda la vida pero con ojos actuales.
En Dulcypas 498 recogemos muchos otros testimonios que nos llevan a sitios tan dispares como Guayaquil, Buenos Aires o Jaipur para comprobar el sello personal que un profesional pone a sus productos, siempre con el afán de llevar a su cliente a un territorio estimulante y de elevar la pastelería y las masas a la categoría de máximo placer gastronómico. También en nuestro país, en sitios como Castellar de la Frontera, Montornés del Vallès o Pilar de la Horadada ocurre algo similar.
Y así, dejándonos contagiar de una pasión y de un esfuerzo diarios, extendemos y fortificamos una cultura de la excelencia que es la base para hacer evolucionar estos oficios en la dirección adecuada, evitando atajos o vías poco reflexionadas y oportunistas.