La existencia de la mona como pastel tradicional del día de Pascua está documentada desde el siglo XV y su nombre proviene de ‘munna’, término árabe que significa "provisión de la boca". Parece que, en un inicio, se hacía con pasta de pan como base, tenía forma de roscón y simbolizaba que la Cuaresma y sus abstinencias habían acabado. Más adelante, se añadieron huevos duros pintados.
Fue en el siglo XIX cuando se empezó a hacer la mona actual, con una base de pa de pessic, mantequilla y chocolate, y adornada con figuras de chocolate, fruta confitada y plumas. En los años 30, de la mano del pastelero Lluís Santapau, se extendió la tradición de modelar grandes figuras de chocolate y pastelerías de todo el país expusieron sus creaciones en los escaparates. Con los años, las ventas de figuras de chocolate han superado las de las monas tradicionales.
Este 2022, el Gremio de Pastelería de Barcelona lanza un mensaje para recuperar la mona más tradicional: Cristina, hecha con masa de brioche y huevos duros, símbolo de fertilidad y renacimiento. La tradición dice que tiene que llevar tantos huevos duros como años tenga el ahijado o ahijada, hasta un máximo de 12.
Mona Cristina
Ingredientes
- 500 g harina de fuerza
- 190 g leche
- 80 g huevos
- 75 g azúcar
- 75 g mantequilla
- 20 g levadura fresca
- 10 g sal
- aromas
Elaboración
Disolver la sal con 20 g de leche. Poner todos los ingredientes en la amasadora menos la sal, la mantequilla y la levadura. Amasar todo 10 minutos y añadir los ingredientes que faltan. Amasar hasta que se desarrolle el gluten. Reposar la masa en bloque 30 minutos en la nevera. Después, bolear la masa y pintarla con huevo. Fermentar el brioche a 28°C (80% HR) hasta que duplique el volumen y pintarlo otra vez con huevo. Colocar un huevo cocido (o tantos como tenga el ahijado/a) encima de la pieza. Cocer a 160-170°C durante aproximadamente 25 minutos.
Buena previsión de ventas
El Gremio prevé vender más de 700.000 monas, recuperando así las cifras prepandémicas. En opinión de su presidente, Elies Miró, “regalar la mona al ahijado es una tradición que se mantiene muy arraigada y, cada vez más, los padrinos buscan monas creativas elaboradas de forma artesanal, con ingredientes de calidad y, por lo tanto, mucho más saludables”.
Este año, la entidad se ha aliado con el chef José Andrés y su fundación World Central Kitchen para ayudar a los refugiados ucranianos que huyen de la guerra hacia países vecinos. Junto con el gremio de Girona y el de Tarragona, ha creado la campaña Monas por la paz y cada pastelero que se adhiera donará a la ONG 1€ por cada mona vendida.