No podía ser. No era justo. Cuando a poco más de media para la presentación final, la pieza de chocolate del equipo italiano sufría un fatal accidente, la decepción se apoderó de muchos de los presentes. Era sin duda el mejor trabajo en su conjunto de toda la competición. Y en solo un instante, todo parecía irse al traste. Para colmo, el incidente supuso presentar el postre fuera de tiempo, con la correspondiente penalización. Sin embargo se recompusieron y recompusieron la pieza. Sabían que había alguna posibilidad y finalizaron con brillantez el trabajo. Emmanuele FORCONE, Francesco BOCCIA y Fabrizio DONATONE se fundieron en un emotivo abrazo ante el aplauso generalizado de todo el auditorio. La suerte estaba echada y aparentemente no iba a caer de su lado.
Estados Unidos subió al tercer escalón del podium, y acto seguido con cierta sorpresa se anunció la segunda plaza para Japón. Los italianos aguardaban intentando calmar los nervios y con total incredulidad. Finalmente, Gabriel Paillasson abrió el sobre y gritó el nombre de los campeones del Mundo: "¡Italia!"
La explicación la encontramos en el cuadro de puntuación. Pese a todo lo relatado, los italianos consiguieron un total de 8.197 puntos, nada más y nada menos que 795 puntos más que los japoneses, y más de 1.000 puntos de diferencia respecto a los terceros. Fueron superiores en todos los apartados y consiguieron una victoria memorable.
Por lo demás pocas cosas destacables. Además de haber tenido que responder en repetidas ocasiones a la pregunta de: ¿Dónde está España?, confirmamos el avance de la pastelería asiática, con cinco países en el Top Ten.
Y constatamos cierto estancamiento en cuanto a técnicas, sabores y sobre todo estética, en una competición que sigue siendo la más grande pero que quizá necesite algún nuevo aliciente.
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