Cuando hablamos de una pastelería con historia como la de Viñallonga, con cerca de 50 años y dos generaciones de la misma familia al frente, lo primero sobre lo que hay que tomar conciencia es que lo que nació en una época con un determinado propósito, ha tenido que evolucionar necesariamente para adaptarse al contexto actual. Una evolución que a su vez la convierte en un negocio único, prácticamente imposible de reproducir o replicar en el presente con los mismos parámetros que ha atesorado en su trayectoria. Viñallonga es una institución en cáterin, tiene una tienda dinámica con un repertorio de especialidades clásicas súper populares. Apuesta también por una pastelería actual, de autor y con una exquisita oferta de masas horneadas, con el panettone como enseña y otros productos que han merecido reconocimientos en concursos (por ejemplo el de la coca de San Juan). Una tienda grande, con su salón de degustación y un obrador inmenso de varias plantas en pleno centro de Montornés del Vallés, por no hablar de una segunda tienda en la vecina Mollet, reformada hace poco por la firma Pastpan. Todo ello es irreplicable, como decimos, porque la inversión que sería necesaria para levantar desde cero un negocio de esta envergadura podría pasar de las seis cifras holgadamente. Son por tanto un patrimonio vivo de nuestra historia. Pero no solo historia, cuando los visitamos para hacer un reportaje en Dulcypas 498 enseguida captamos el frenesí y entusiasmo que acompaña su día a día. Un presente intenso es el mejor síntoma del porvenir que les espera.

Portada Dulcypas 498

Equipo de la Pastisseria Viñallonga

Jaume Viñallonga se muestra seguro sin abandonar la prudencia al referirse a la buena marcha de su pastelería familiar. Son cinco décadas las que avalan su buen hacer y, aunque la clientela mayoritaria del entorno no destaca por tener un gran poder adquisitivo, no renuncian a sus especialidades en ocasiones especiales, en festividades y también en muchos momentos del día a día. Para racionalizar al máximo esta realidad y ajustar costes y precios, los de Viñallonga han reducido las referencias y han apostado por formatos más pequeños y más estandarizados. Es la única manera de salir bien parados durante momentos de locura como en las pasadas navidades o en la última fiesta de San Juan, tras ganar el premio a la mejor coca.

Las tres patas de Viñallonga

Sara de Pastisseria ViñallongaLa pastelería ha hecho buena gala en el pasado de su brillante oferta de cáterin y salado, algo que con la pandemia se fue un poco al traste pero que tras el parón se ha ido recuperando poco a poco. Las otras dos patas del negocio son: la pastelería del día a día y los encargos por un lado, y la parte de cafetería dentro de su local principal en el centro de Montornés por otro lado. Con todo, es momento para pensar en pequeñas transformaciones que sirvan ante todo para modernizar el obrador y adaptar mejor su amplio espacio de trabajo dividido en diferentes plantas y departamentos. Las opciones son muchas y aún están bajo estudio. Lo que sí queda del todo descartado a pesar de que hubo un momento en que se lo plantearon, es llevar el obrador a una nave en las afueras para controlar desde allí toda la producción. Como Viñallonga tiene la ventaja de tener en propiedad su amplio edificio central, todo pasa por optimizarlo al máximo para dar una respuesta mas ajustada a su variada oferta.

Dinamizar el día a día

Jaume Viñallonga y Mohamed SibariLa actividad no cesa y no en vano el equipo de obrador cuenta con siete figuras que cubren con eficacia todas las facetas de producción, junto a la propia familia comandada por Jaume y su hermana Marga. Entre estos se encuentran auténticos veteranos con más años que el propio Jaume en el obrador, que han crecido a las órdenes de su padre, y fichajes más recientes que cuentan con experiencias previas altamente contrastadas, como es el caso del joven, ex Hofmann, Mohamed Sibari.

Uno de los garantes de ese dinamismo lo alimentan las diferentes y originales campañas que conectan con su cliente habitual. “El desayuno feliz” de los jueves, con una pieza de bollería en promoción, la “tostada del chef” de los martes o el “croissant de la semana” de los viernes, que siempre tiene un relleno sorpresa y que causa verdadero furor, con ventas que suelen superar las 100 piezas todas las semanas a pesar de desconocer el relleno. También participan en las fiestas locales, creando un postre que comparten en nuestras páginas y que se dedica a las dos collas (agrupaciones populares) que se baten en el pueblo cada año. En cada edición parte del aliciente es saber los sabores que habrán elegido los Viñallonga para componer el pastel, que siempre tiene los colores de las dos agrupaciones, verde y amarillo.

De la sara al donut Viñallonga

En la oferta de Viñallonga conviven clásicos que se remontan a los orígenes del negocio, como la sara de chocolate que comparten con nosotros en estas páginas, y productos más innovadores, como el original pastel de donut que también nos presentan a continuación. El éxito de las masas, el buen trabajo del salado y el cuidado que ponen en todos los productos chocolateros cierran el círculo de uno de esos negocios tan únicos como representativos de una manera de entender la pastelería. Cumplido el medio siglo, viven el presente con pasión y muchas posibilidades de crecer y evolucionar. ¡Larga vida a Viñallonga!

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