Cuando se trata de medir el éxito, solemos basarnos en aspectos muy simples y cuantificables. En lo deportivo por ejemplo lo basaríamos en el número de victorias, trofeos y ocasiones en las que alguien se ha mantenido en lo más alto de la clasificación del torneo de turno. En lo económico, el éxito tiene que ver claramente con la rentabilidad y la capacidad de crecimiento de una marca, un individuo, etc.
Pero en este rincón de mundo en el que nos dedicamos a relatar aquello que tienen en común y aquello de extraordinario los artesanos de las masas, el chocolate y sus afines, aquí, repito, el éxito debería tener más de una vara de medir. Por ejemplo el éxito tendría que tener que ver con las satisfacciones que da un oficio. En el número 501 de DPAS (ver sumario), nos encontramos con el éxito arrollador que ha tenido el turrón de yema de La Colmena, sobre todo después de la victoria en el primer concurso dedicado a esta especialidad. Pero ese éxito ha ido acompañado de penurias, de jornadas maratonianas de trabajo con una tecnología muy rudimentaria que ha sufrido el peso de la sobreproducción. ¿Podríamos calificarlo por tanto de éxito envenenado?
En estas mismas páginas os encontraréis con crónicas dedicadas a la participación española en competiciones de máximo nivel internacional. En ninguna de las contiendas relatadas España subió al podio general, y sin embargo mereció ciertos reconocimientos y proyectó una imagen envidiable que contribuye positivamente a ensalzar nuestro prestigio puertas afuera. ¿Le podemos llamar a eso un éxito? No es tanto un éxito de medallas como de calidad.
Y no menos importante es llamar la atención, también en las páginas de Dulcypas 501, sobre profesionales que a un lado y otro del Atlántico asumen el reto de abrir un negocio personal centrado en la excepcionalidad de los productos artesanos. Luciano García desde Buenos Aires, Ronald García desde la ciudad de Guatemala o Felipe de Santa Cruz desde Barcelona dan buena cuenta del éxito que supone comprometerte con una idea de excelencia y poder hacer de eso, no solo tu medio de ganarte la vida, sino una vía para enriquecer la escena gastronómica de tu entorno.
Cuando hablamos de éxito, es importante no quedarse en un solo tipo de éxito, saber el éxito que queremos medir nos puede dar muchas sorpresas que no se aprecian a simple vista.