El pasado 22 de marzo, en el bonito espacio para banquetes El Prat Verd de Malla, el colectivo Taula Dolça formalizó su presentación oficial mediante una portentosa cena con la pastelería como hilo conductor. Los 13 jóvenes pasteleros de la comarca de Osona que lo constituyen se arremangaron para, no sólo explicar los objetivos como grupo, sino ponerlos en práctica cocinando un menú para el centenar de personas asistentes.
La pasión por delante de todo
"La pasión y la estima por el sector del dulce son nuestro motor", anuncia el díptico con la información del menú de la velada. El objetivo es dar a conocer la pastelería a todo el mundo, explica Arnau Arboix, que también hace las veces de presidente de la Asociación. “Queremos que la pastelería deje de ser la segunda división de la gastronomía", aclara Lluc Crusellas en los parlamentos iniciales.
Josep Esturi, responsable de postres en el restaurante Hofmann de Barcelona y uno de sus miembros, lo deja todavía más claro: "ver amigos, quedar en Osona y ‘hablar’ pastelería". Con ese espíritu lúdico y apasionado nace hace un año y medio Taula Dolça. Un grupo de amigos con un denominador común que pronto se pone en acción, buscando restaurantes colaboradores para presentar sus propuestas culinarias siempre con el dulce como leitmotiv.
Las primeras apariciones públicas
El grupo de amigos inicial crece y se consolida hasta los 13 miembros actuales. No es que haya un afán por ampliar el número de componentes, la prioridad antes es mantener el clima de amistad y complicidad, pero siempre con un espíritu abierto a todos los pasteleros de la zona que se quieran sumar. Entre las acciones ya realizadas surgen colaboraciones con el popular grupo de cocineros de la comarca, Osona Cuina, y adquieren mayor notoriedad en eventos de gran alcance en la zona como Trufforum o el "Dijous Llarder".
La pasión por la pastelería los une y ese es el motor que empuja unos encuentros periódicos que promueven la cultura pastelera mediante degustaciones y menús temáticos. Todo se realiza en su tiempo libre, sin ánimo de lucro, con fines solidarios y el patrocinio de importantes firmas del sector como Mas Uniformes, Chocovic y Debic.
Una fiesta dulce como primera prueba de fuego
Complicidad por tanto y ambición de hacer llegar su voz y su talento al máximo público posible dentro de la comarca. Para ello no escatiman en recursos que ayuden a proporcionar una imagen acorde a la calidad y singularidad de sus propuestas. Y eso es lo que pudimos comprobar de primera mano la noche del miércoles, una fiesta dulce que era a su vez la presentación oficial o, en palabras de Sènia Villalustre, “prueba de fuego” que había de servir para desplegar su cocina ante el centenar de invitados asistentes.
La velada empezó con una bienvenida en los jardines del espacio, en este se había instalado un simpático photocall donde invitados y miembros del colectivo compartían protagonismo. El músico Pep Poblet y la comunicadora Eva Torrents amenizaron y condujeron una velada en la que los discursos de presentación dieron paso a un menú compuesto de entrantes, plato principal, postre y petit fours. Un total de 10 pases en los que no faltaron juegos de sabores entre dulce y salado, con verduras e ingredientes típicamente culinarios como la berenjena, el queso, la brandada o las costillas de cerdo, combinados con otros elementos cítricos, umami y dulces, y siempre con técnicas pasteleras de por medio.
Cada plato firmado por dos chefs
Todas las propuestas estaban efectuadas a cuatro manos por algunos de los miembros del colectivo, y debidamente identificadas, maridadas y presentadas a medida que se servían. Por ejemplo, los aperitivos empezaron con fuerza con un milhojas de berenjena y miso. No menos contundente y goloso fue el brioche de brandada con aguacate, mango y cítricos. En medio del menú se apostó por una costilla de cerdo lacada en chocolate con chutney de fresa, pimienta y remolacha. En el apartado de postres hubo hasta cuatro pases: uno más ligero y cítrico, otro de frutos rojos, uno más lácteo al estilo “mel y mató” y un colofón final bien chocolatero, con aceite de oliva y un Dry Martini de acompañamiento.
Un surtido de hasta cinco petit fours puso el broche de clausura a una velada que servía también para recaudar fondos para el Banco de Alimentos de la comarca. Juegos de sabores, de texturas, de técnicas caracterizó el menú al completo. La apuesta además por ingredientes de proximidad transmitió a la perfección el mensaje de excelencia que también puede alcanzar el lado dulce de la gastronomía. Los alumnos de la Escuela de Hostelería de Osona fueron otro de los complementos fundamentales para hacer de la cita una experiencia redonda y satisfactoria para todos los que participamos.