Llevamos tiempo escuchando un discurso feminista que se enfrenta a grandes retos en este siglo XXI. El eco de este discurso resuena con fuerza a través de los medios de comunicación, influyendo en nuestra realidad cotidiana. Las manifestaciones de protesta más visibles de este movimiento surgen a menudo como reacción a la publicación de noticias de sucesos sobre situaciones o casos extremos de violencia de género o declaraciones y réplicas de políticos de ámbito nacional. Pero el fenómeno feminista también está llegando de manera silenciosa al día a día de sectores como el nuestro, aunque no vean la luz en los medios de comunicación.

Como en la alta cocina, la pastelería y la panadería, también han empezado a ingresar en las heladerías mujeres que superan toda clase de obstáculos diarios. Se enfrentan al machismo de muchos obradores, también a sacos de sacarosa de 25 o 50 kg, a comerciales y repartidores que las desautorizan cuando dan por sentado que quien manda es el hombre, a frigoristas que presuponen que ellas no tienen ni idea de maquinaria, a fontaneros y electricistas que les hablan de las reparaciones como si tuvieran cinco años.

Pero es que su aportación al oficio va mucho más allá y es incuestionable. Poseen una marcada personalidad y están cambiando las formas de hacer y comunicar el producto. Están redefiniendo incluso el propio oficio con la mirada puesta en la excelencia. Así ocurre en este número con figuras como Mercedes Román (Obrador Florida) en Argentina y Sabrina Mancin en EE.UU. Y afortunadamente no son excepciones, ejemplos aislados. Hoy en día la heladería arroja otros muchos casos: Irene Iborra (Mamá Heladera) y Natalia Ramírez (Selvática) en Barcelona, Carolina Barragán y Fernanda Prado en México, Joane Yeoh en Australia, Cathrine Østerberg en Dinamarca, Erika Quattrini en Italia, Julia Canu en Francia, y Robyn Sue Fisher en Reino Unido. Y lo más alentador, cada día que pasa crece el número de heladeras que también se están convirtiendo en referentes. ¡Bienvenidas!