Aunque empezó formándose en hostelería y trabajando como cocinero, descubrió muy joven que su pasión es la pastelería. Formado en la Escuela Hofmann, ha desarrollado una brillante carrera en Barcelona al lado de profesionales como Yann Duytsche y Josep Maria Rodríguez, y en los prestigiosos restaurantes ABaC y Tickets. Desde el 2017 forma parte del equipo de docentes de la Chocolate Academy de Gurb y es chef de Cacao Barry.

Justamente es en la Chocolate Academy, institución referente en nuestro país en cuanto a formación especializada en pastelería y chocolate, donde Monzonis ha demostrado su gran talento con el chocolate artístico a través de impresionantes colecciones de Pascua en las que hace apología de la sencillez.

El chef hace una valoración positiva de su evolución con el chocolate artístico durante estos años, pero también preocupante. “Positiva porque supone un modo de evaluarme a mí mismo, ponerme a prueba y ver de lo que soy capaz de llegar a crear. Preocupante porque esta forma de pensar me lleva, al mismo tiempo, a querer superarme y esto supone una gran presión”.

“Cuanto más aprendo, soy más consciente de que menos sé y ese hecho hace que admire a grandes profesionales del sector, grandes artesanos que tienen su negocio y que son los que realmente llegan al público”

En sus inicios, reconoce, tenía una mentalidad más abierta y alocada, sin fronteras ni limitaciones, “pero a medida que te adentras en este mundo y lo sufres, tienes más en cuenta aspectos clave para el éxito de estos productos, como por ejemplo productividad, accesibilidad, costes”. Además, asegura que cuanto más trabaja esta disciplina, más se da cuenta de sus carencias. “Cuanto más aprendo, soy más consciente de que menos sé y ese hecho hace que admire a grandes profesionales del sector, grandes artesanos que tienen su negocio y que son los que realmente llegan al público y consiguen transmitir la magia a través de los productos que el consumidor se lleva a casa”.

“Veo las monas como una oportunidad para expresar lo que siento, aquello que quiero, fusionar conceptos, buscar ideas y simplificarlas, superarme a mí mismo. En definitiva, crear”

Enric Monzonís en la Chocolate AcademyPara entender mejor su filosofía en este campo, vamos a hacer un repaso por sus cuatro últimas y espectaculares colecciones de Pascua. Para Monzonis, la finalidad de cualquier pieza de Pascua es romperla, “tienes algo bonito y elegante entre manos y debes destruirlo. Esto para mi es romántico”. Además, opina que debe tener una temática infantil para gustar a los niños, pero a la vez ser una pieza artística para que el padrino quiera comprarla. A nivel profesional, “veo las monas como una oportunidad para expresar lo que siento, aquello que quiero, fusionar conceptos, buscar ideas y simplificarlas, superarme a mí mismo. En definitiva, crear. Es una excusa para poder hacer una pieza artística desde el desarrollo de la idea hasta su materialización. Y es un proceso extraordinario”.

Pero el pastelero defiende que estas piezas se pueden trabajar más allá de la festividad de Pascua, “sin menospreciar esta fecha ni todo el romanticismo que la envuelve. Es una oportunidad para seguir expresándonos, potenciando el sector y aumentar el repertorio artístico. Con esto no quiero decir que se tengan que inventar fechas, si no aprovechar las existentes y en las que estamos acostumbrados a trabajar. ¿Por qué no hacer figuras de chocolate en Navidad, cumpleaños o bodas? Todo ello ayudaría a hacer crecer el sector y dar la importancia que se merece al oficio”.

“¿Por qué no hacer figuras de chocolate en Navidad, cumpleaños o bodas? Todo ello ayudaría a hacer crecer el sector y dar la importancia que se merece al oficio”

2021. Castillos, casas y molinos encajables

Castillo. molino y castillo de chocolate de Enric Monzonís

Este año, Monzonis ha querido hacer un homenaje a las monas clásicas y tradicionales. Aquellas monas que cuando él era pequeño se podían ver en las pastelerías de todos los barrios, que seguían un patrón y que le hacían permanecer pegado en el escaparate. Le ha costado tiempo llegar al resultado deseado porque, “por un lado, quería encontrar el camino hacia mi propia versión y, por otro, utilizando el patronaje, estilo con el que me siento identificado, era difícil lograr algo que no se hubiese hecho hasta ahora”.
Inspirándose en la sencillez de los encajables y de su filosofía de ‘menos es más’, ha conseguido tres piezas que combinan simplicidad y espectacularidad.

“La casa es la figura más sencilla, aunque también la más representativa y potente visualmente de toda la colección. Fue complicado conseguir la inclinación y ciertos aspectos angulosos. Y sobre todo quise darle la apariencia de chocolate negro que veía en las pastelerías. El molino es una pieza algo más elaborada a nivel productivo, con un tamaño mayor y más complejidad al constar de dos alturas y cuatro paredes más. Y, por último, la joya de la corona, la pieza que todos los niños deseaban, el castillo. A nivel técnico es sin duda la más laboriosa pues está formada por muchas piezas y compuesta por dos construcciones, la muralla con sus almenas y la torre central. La mona deseada que yo nunca llegué a tener. ¿Tal vez de aquí mi inquietud e interés por el mundo del chocolate?"

En cuanto a la elaboración, todas las piezas son fundamentales, ninguna está escondida, todas están a la vista. En esa intención de sencillez, complementos como ventanas y puertas han sido directamente troquelados en las mismas piezas. En la búsqueda del diseño, tampoco se ha conformado con líneas rectas, sino que he buscado un aspecto deforme que juegue con la estética dentro del minimalismo. “Una de las intenciones de esta colección era evidenciar el montaje. Hacerlo visible y darle protagonismo, mostrando así la simplicidad de la construcción. Cuando se hace este tipo de proyecto se hacen las mil y una para esconder defectos. Aquí buscaba distanciarme de todo ello y mostrar los encajes, las uniones y ángulos”. Lo positivo es que son monas sorprendentemente fáciles de realizar, ya que a diferencia de los montajes con patronaje tradicional, se construyen por sí solas sin equilibrios ni esfuerzos. Únicamente es necesario fijarlas con un poco de chocolate.

2020. Figuras balancín

Las tres figuras que componen la nueva colección de Pascua de Enric Monzonis

Esta colección se basa en el mismo principio que un balancín, el cual tiene una base doble curvada que es la que permite el movimiento. Partiendo de una estructura compuesta de un exoesqueleto y añadiendo placas adicionales, ha buscado la evocación de tres animales distintos: gallina, ballena y cerdito.

Empleando principalmente la técnica del patronaje, ha dibujado y perfilado estas figuras antes de materializarse en chocolate.
Cada una de las monas está acabada en tres colores diferentes, todos ellos pistoleados, para conseguir un atractivo efecto rústico.

“El balancín fue un reto a nivel de diseño. Encontrar una estructura que aguantase y que además fuese minimalista, fue muy complejo. Pero finalmente conseguí una combinación que salió redonda, conseguí plasmar animales con patrón y un juego de placas y balancín que realmente me agradaba y funcionaba”

2019. Literatura universal

colección Pascua Enric Monzonis

En 2019, el profesor de la Chocolate Academy quiso recrear las portadas de una obra de literatura universal (Moby Dick) y dos cuentos infantiles (La caperucita roja y Los tres cerditos).

Tres piezas que son una evolución del trabajo Cor (Dulcypas #461), un elegante corazón presentado en el último encuentro del colectivo 21 Brix y realizado con capas superpuestas de chocolate negro Maragda 70%. Una técnica con la que descubrió como crear escenarios con perspectiva o cierta ambientación a modo de ilustración.

“De la que más me enorgullezco en cuanto a resultado final es de la colección de los libros, ya que engloba concepto infantil, ilustración, diseño y plasticidad del chocolate. Fue genial poder plasmar en ella mi atracción por la ilustración. Además, el proceso de la realización lo recuerdo muy agradable”

2018. Tententieso

Huevo tentetieso de Enric Monzonis

La peculiaridad de este sencillo huevo, de 19 x 13 cm, es que se pone en movimiento sin perder la verticalidad, gracias al contrapeso de chocolate que introduce en su base. Una sencillez impuesta, en parte por el mecanismo, ya que demasiados pesos en los elementos no dejarían tambalear al tentetieso.

El chocolate del interior se puede reconvertir en chocolate con frutos secos o en lo que cada profesional prefiera.

“En cada proyecto he aprendido algo distinto, me ha supuesto un esfuerzo y una superación con una sensación de realización muy especial. Al final, cuando consigues hacer la pieza después de tanta prueba-error y le haces la foto, en ese momento pasa a ser algo único”

Huevo tentetieso de Enric Monzonís