Son muchos los establecimientos heladeros de toda España que, a raíz del plan de desescalada propuesto por el Gobierno, han vuelto a abrir sus puertas en las modalidades de entrega a domicilio y helado para llevar. Y nosotros hemos querido saber cómo están siendo estos primeros días de desconfinamiento para algunas de las heladerías más destacadas del país.
La valoración de Marco Miquel, como presidente de la Asociación Nacional de Heladeros Artesanos (Anhcea), es positiva, pese a reconocer que la Administración "no ha tenido la delicadeza de contestar a la carta que le enviamos a finales de abril solicitando la apertura de las heladerías con producción y venta de productos sólo para llevar, respetando todas las medidas de higiene y de seguridad". Ahora, prosigue, "la gente ha podido empezar a pasear y nosotros hemos podido abrir, pero como muchos bares están esperando a la fase 2 para tener más posibilidad de ocupación en terrazas y en el interior del local, la gente da un paseo rápido y vuelve a casa porque no sabe adonde ir". Si mejora el clima, sigue la progresión de aperturas de comercios y no hay rebrotes, confía en que "a mediados de junio, la situación será mucho mejor".
El delivery, un inesperado y exitoso canal de ventas
Una de las conclusiones más destacadas de esta vuelta al trabajo es el gran éxito que está teniendo el reparto a domicilio. Una opción que, en opinión de Miguel Ángel Morillo, de Helados Miquel (Mairena del Alcor, Sevilla), van a tener que incorporar todos los heladeros. "Al principio fue un caos porque no estamos preparados ni tenemos infraestructuras para tanto reparto, pero hemos podido salir del paso con una furgoneta y a base de muchas horas. Es verdad que ahora vives con el teléfono en la mano, la gente hace pedidos a cualquier hora, pero algo había que hacer", explica. Por su parte, Migue Señoris, al frente de la nueva Gelática Ice Concept en Valencia, se muestra totalmente encantado con la respuesta de la gente a este servicio y confiesa que "estoy vendiendo más tartas que en toda mi vida y las tarrinas de medio también están funcionando mucho, brutal". Matteo Reggio, de Paral·lelo (Barcelona), al principio desconfiado, enseguida vio que el reparto a domicilio con Glovo o Uber funcionaba muy bien y no dudó en ampliar las formas de venta. "Nos hemos puesto las pilas y a través de Instagram y de Whatsapp recibimos pedidos y los enviamos nosotros mismos el mismo día. Hemos contratado a una pareja de 'rapid riders' que hacen entregas en la ciudad y estamos recibiendo muchos pedidos. Poco a poco también la gente está saliendo más y, al saber que estamos abiertos, pasan y se llevan las tarrinas. De momento sólo vendemos las tarrinas térmicas para llevar a casa". Y José Helaero, de Heladería Café Daniel (Almuñécar, Granada), lo tiene claro: "el delivery, el reparto a domicilio ha llegado con fuerza para quedarse y complementar las ventas incluso cuando volvamos a la normalidad".
Ha sido tanto el boom del delivery que hay heladeros que se han visto desbordados y han tenido que cancelarlo, como Marcos Elías, de Heladería Raquel en Elche, que asegura que para dar un buen servicio, "necesitaríamos tener más personal y una logística potente, pero de momento no podemos incorporar a más trabajadores, así que poco a poco". También es el caso de Fernando Mira, de Casa Mira (Málaga), que "el 29 de abril empecé con el servicio de reparto a domicilio después de pensarlo mucho. Comencé solo y durante el puente del Día de la Madre me di cuenta de que era imposible. Los pedidos a través de Whatsapp y por teléfono me desbordaron. Ese lunes saqué del ERTE a dos trabajadores y durante la semana del 4 al 10 mayo a otro. Sólo tengo abierto uno de los cuatro puntos de venta, no quiero precipitarme".
Algunos todavía no saben qué respuesta va a tener el delivery porque acaban de volver a la actividad como Jorge Vázquez, de Lupita Paleta (Madrid), que cree que en las ciudades más grandes se tiene que ofrecer un servicio a la altura de lo que la gente está acostumbrada, un servicio mediante un proveedor especializado, "con el inconveniente de los costos añadidos, de los cuales tienes que absorber una parte, no puedes trasladarlo todo al cliente, y esto reduce los márgenes".
En cambio otros han podido asumir este nuevo canal de venta con fluidez e incluso éxito como la Cremería Gelato Italiana (Cádiz) de Carlo Guerriero, que recibió una llamada de la central de Uber para comunicarle que en las primeras dos semanas de incorporación a la plataforma, "habíamos sido la empresa con el mejor reparto de toda España y eso que empezamos trabajando muy poco personal y unas 15 o 20 horas para poder ofrecer helados de más calidad de jueves a domingo". La clave, según el italiano, está en que "nosotros teníamos previsto este servicio desde antes de la crisis, desde el invierno. Hacen falta meses para ofrecer un reparto a domicilio en condiciones". Esta buena organización ha hecho también que ahora "tengamos a siete personas trabajando con contrato, lo que es una gran satisfacción".
Planes de desconfinamiento a medida
Respecto al plan de desconfinamiento, cada chef ha seguido su propio plan. Agustín Mira, de Zafra (Badajoz), ha centrado su estrategia en la previsión y la producción continua con la idea de conseguir al menos el 50%, 60% o 70% de ganacias de la temporada anterior. "Desde marzo un chico y yo no hemos parado de fabricar helado en el obrador, de manera que ahora tenemos el almacén lleno y sólo repartimos y hacemos alguna reposición". Una acertada decisión que le ha permitido proveer a sus seis tiendas (3 propias y tres franquiciadas) y, además, "ahorrar un sueldo durante un mes o mes y medio". Enrique Coloma, con tres establecimientos en Gandía (Valencia), de momento no ha abierto ninguna tienda, aunque hace envíos a domicilio. Su idea, en un principio, era abrir el pasado viernes 15 de mayo uno de los locales que está en la playa, pero "como había previsión de mucha lluvia, decidimos esperar a este fin de semana. Tenemos el local limpio, todo preparado, sólo habrá que enchufar las vitrinas, las horchateras... pero eso se hace en media hora. Al estar en un sitio de playa, dependemos mucho del tiempo. Si el clima acompaña, pueda pasar alguien y comprar, si no acompaña, no pasa nadie". Massimo Pozzi, de la Heladería y Yogurtería Artesanal en Puerto de Santa María (Cádiz), organizó la vuelta en dos fases: "primero, creé una red de recogida en tiendas de alimentación, más que nada en los bares de la ciudad, y a los dos días empecé otra vez el reparto a domicilio que hago desde hace años, pero apoyándome en la plataforma Uber Eats ya que no tenía una flota mía porque llegaba del cierre de invierno y había decidido empezar este año con ellos. Si te apoyas en una empresa que se dedica sólo a eso puedes tener un servicio mejor, un pelín más caro pero seguramente mejor. Y así fue. No me esperaba, con nueve años de experiencia de reparto a domicilio en la ciudad, un incremento tan grande en el número de reparto, del 500% o más". Yon Gallardo, de Papperino (Irún,
Guipúzcoa), habló con varios compañeros que estaban haciendo reparto a domicilio con éxito para ver cómo se estaban organizando e hizo una prueba un fin de semana. "Fue un auténtico éxito y tuve que dejar de coger pedidos porque no era capaz de repartir todo lo que me pedían. La semana siguiente entramos en fase 0 y decidí abrir de cara al público. Puse unas mamparas para proteger la zona de cobro y en cuanto al helado, teniendo el sistema panorama, estoy tranquilo por la protección que ofrece el estar siempre tapado. No contraté a nadie el primer día y me puse yo solo a servir. Me arrepentí bien rápido de estar solo ya que se trabajó una barbaridad. Al día siguiente empecé a incorporar a más gente para ayudarme y ha sido una semana increíble. Muchísimo trabajo, por encima del trabajo en verano y la gente muy contenta y agradecida de que hayamos abierto. Somos de los pocos caprichos que nos podemos dar estos días y se ha notado". ¿Respecto si compensa o no invertir en el delivery? "Se trata de que sume venta, no de que canibalice la venta en el punto de venta además de los costes añadidos. Usar sistema como Uber Eats puede ser interesante pero un 30% de comisión me parece muy elevado. Se empiezan a ver propuestas locales de servicios conjuntos de reparto para todo tipo de comercios y hostelería. Va a ser apasionante ver cómo evoluciona esto. Va a ser un antes y un después para muchas cosas. Hay que ser rápido para ver las oportunidades y no quedarse atrás", asegura.
¿Lo más difícil?
Como en cualquier crisis, hay dificultades y momentos duros. Para Morillo, lo peor ha sido decirle a algunas personas que se verían afectadas por un ERTE o que se quedaban en paro, así como congelar la apertura prevista de una heladería en Zahara de los Atunes (Cádiz), "un pueblo de costa que recibe muchos turistas ingleses y alemanes. Y si no se va a permitir la entrada de extranjeros, este punto de venta no va a ser negocio". Para Guerriero, la dificultad ha sido gestionar el tiempo, reorganizar el personal, recibir poco apoyo por parte del sector y conseguir productos frescos, ya que "sólo empleamos leche y nata fresca, y la producción de los productos frescos se ha parado en la mayoría de las empresas. Ha sido difícil obtener estos productos, porque hay poca producción y bastante demanda, pero lo hemos hecho a base de lucha de precio. Al final, hemos podido subir la calidad de nuestros helados y estamos contentos". Fernando Mira coincide con Guerriero en lo complicado que ha sido "encontrar algunas materias primeras como la nata fresca o la puesta en marcha del sistema de recepción de pedidos". Reggio apunta que "el trabajo se hace más difícil en general por las distancias. Los costes de gestión son más altos, ya que las plataformas de delivery se llevan una gran comisión, hay que pagar a los motoristas, suma gastos de envase... Además, muchos restaurantes/bares no nos están comprando helados, se han cancelado eventos en el que llevábamos un carrito con helados. Tenemos que intentar vender lo máximo a través de Internet para hacer un poquito de colchón y sobrevivir durante el invierno". Y Pozzi confiesa que lo más complicado ha sido poder responder profesionalmente al tsunami de pedidos que entraron y reorganizarse con las producciones, "la primera semana fue complicada y con una plantilla muy reducida. Al principio empecé solo, al segundo día se sumó una trabajadora, ahora somos tres y hay mucho trabajo que hacer todavía". Asimismo, apunta que otro factor difícil es que el público respete las normas, aunque confía en que esto cambie porque "el ser humano está hecho para adaptarse".
¡Gracias a los clientes!
También cómo no, hay alegrías como las muestras de cariño y fidelidad de la clientela, asegura Reggio: "al trabajar de cara a la gente del barrio, tenemos una pequeña ventaja respecto a heladerías que trabajan sólo con el flujo turístico, ya que nuestros clientes siguen aquí. Les agradecemos mucho el cariño y el apoyo que nos han mostrado. Por una vez, estar en una calle un poco escondida y de barrio ha ayudado". Este mismo cariño lo siente Pozzi, que se emociona al hablar de la alegría que ha sentido al "volver a escuchar los ruidos de la espátula, de la mantecadora, volver a trabajar, y mantener viva la expectativa de los usuarios durante la cuarenta con recetas, encuestas..."
Para Fernando Mira, lo más fácil ha sido abrir las persianas y poner en marcha el obrador, y cree que " la alegría de la gente del barrio al ver abierta la heladería es un signo de que volvemos a la normalidad. La sensación es buena, a la espera de saber cómo funcionará la terraza y las mesas de los salones". Una percepción positiva que comparte José Helaero, quien añade que "hay muchas ganas de hacer cosas, hay que reinventarse y adaptarse a una situación totalmente nueva y desconocida, y entre todos nos vamos ayudando para recuperar a la clientela y volver a fidelizarla".
Sin duda, este sector está experimentando cambios a una gran velocidad a raíz de la crisis sanitaria. Gallardo ha notado los mayores cambios en las colas, "se hacen largas y se necesita espacio. La gente ha aprendido a a respetar distancias y a ser paciente. Aún así echo de menos ver a mas gente con mascarilla. Por nuestra parte, llevar la mascarilla todo el día se hace pesado, pero te acabas acostumbrando después de unos días. Se dice que lo mejor de esquiar es quitarte las botas al final del día, esto es similar, al terminar la jornada lo mejor es quitarse la mascarilla. Además, ha aumentado mucho el porcentaje del formato de helado para consumir en casa y si antes facturábamos un 5% por tarjeta, ahora es el 50%. De por sí sanidad ya nos exigía unos niveles de limpieza y desinfección elevados. Prestamos más cuidado ahora y se tarda algo más, pero tampoco es un drama".